• Se oficia la eucaristía en Catedral Metropolitana en memoria del Sumo Pontífice.
Irineo Pérez Melo/
Foto: Miguel Ángel Carmona
Al oficiar la Eucaristía en la Catedral Metropolitana de Xalapa en memoria del Papa Francisco, el arzobispo Jorge Carlos Patrón Wong aseguró que él fue “un ejemplo de vida como ser humano, ejemplo de vida como un cristiano, ejemplo de vida como sacerdote, ejemplo de vida como obispo, ejemplo de vida como un Papa”.
Señaló que en Veracruz se recordará siempre al Sumo Pontífice por el café veracruzano que degustaba, por lo que pidió a los feligreses que se congregaron en Catedral a temprana hora a orar y dar gracias por el gran regalo que recibieron los católicos con su presencia.
En el altar fue colocado un cuadro con la imagen del Papa y antes de iniciar la homilía, se tocaron cien campanadas, para luego de oficiar la misa hacer una apología de la figura del Santo Padre, de quien recordó que las tres ocasiones que tuvo la oportunidad de ir a Roma “siempre llevaba al Papa una maleta llena de café veracruzano de todas las marcas.
“Recuerdo que siempre me decía es mucho café y yo le decía que así es nuestra gente de Veracruz, muy generosa, era de todas las marcas, así nadie se molesta y había una marca especial, que las veces que le llevaba, el Papa tomaba el paquete y en silencio lo observaba: era el café de nuestro Seminario Rafael Guízar y Valencia”, añadió.
Rememora que hay una fotografía donde él lo toma y lo único que hacía era observarlo, “me daba la sensación de que entraba en contacto por segundos con un santo, que hacía una conexión también espiritual con nuestro pueblo de Xalapa y Veracruz”, añadió.
El Arzobispo de Xalapa narró algunas experiencias que tuvo viviendo ocho años con él, en donde siempre se mostró como un gran ser humano cercano a todos y dejando un gran legado de la responsabilidad que tuvo al frente de la Iglesia Católica.
Lo que el Santo Padre enseñaba era el evangelio como él lo vivía, “yo nunca pensé en mi vida, en mi existencia, vivir ocho años compartiendo todos los días con un ser humano que era nada más y nada menos que el Papa, compartir todos los días, la vida sencilla y humilde de un ser humano”.
“Yo no podré olvidar entre tantos detalles humanos, personal, cuando saliendo de la capilla, después de la oración vespertina, yendo al comedor, le comenté al Papa que mi papá estaba muy enfermo; entonces me dice: ¿sabes?, vamos a cenar para respetar el horario de la cena comunitaria, y saliendo, me comunicas con tu papá, y habló con mi papá unos días antes de su fallecimiento, y recuerdo ese diálogo tan humano, tan sencillo, del Papa Francisco con mi papá, y así tenía muchos detalles con todos”, comentó.
Comentó que para un latinoamericano no se entiende ser cristiano sin María, cada vez que pide a todos que le recemos a la Virgen, un cántico muy sencillo pero muy profundo, porque es una oración que aprendemos todos: dulce madre, no te alejes, tu vista de nosotros no apartes, ven con nosotros a todas partes y nunca solo nos dejes, y ya que nos proteges tanto como verdadera madre, haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
“Que sintamos, después de cada celebración, el abrazo, el cariño, la maternidad de María y que no olvidemos que somos bautizados, somos cristianos, consagrados a Cristo. Un ejemplo del Papa Francisco, de la vida cristiana, cómo ser cristiano, también un ejemplo como sacerdote; yo siempre admiré y lo trato de imitar las cosas que uno admira, cómo él, desde los primeras horas que hacía en la mañana, era orar y meditar el Evangelio y la Palabra de Dios, de la liturgia, de la misa de cada día”, agregó.
Durante la homilía, el representante de la Iglesia Católica en Xalapa fue acompañado de varios sacerdotes de las parroquias de esta capital, enfatizando que la Pascua 2025 la recordaremos siempre, pues pese a su deteriorado estado de salud el jueves santo fue a la cárcel, como lo acostumbraba todos los jueves santos y no pudo lavar los pies de los hermanos en prisión, pero estuvo ahí orando por ellos y bendiciéndolos, y el viernes santo, é vivió en su propio cuerpo y enfermedad, en su propia carne y humanidad la pasión de Jesús.
Y el Domingo de Pascua, al final de la celebración dio la última bendición como representante de Cristo y sucesor de San Pedro para toda la humanidad, el mundo y la ciudad de Roma.
“El lunes de Pascua, de la resurrección se fue a la casa del padre, es llamado por Dios a la casa del Padre y se conjugan en nosotros dos sentimientos que nos pasa cuando perdimos a un ser querido: hay por una parte una tristeza verdadera, profunda en el corazón, pero al mismo tiempo una certeza de que nuestro ser querido vive”, refirió.